viernes, 30 de mayo de 2008

El Racionalismo

EL RACIONALISMO

En las Verdades de Hecho se enuncia predicados de los sujetos que pueden variar dependiendo de las circunstancias en que son Experimentados sensiblemente los Hechos
En las Verdades de Razón todo cuanto se enuncia sólo puede ser de esa manera y no de otra y son independientes de la Experiencia Sensible
· Su Forma Lógica corresponde a la de los Juicios Asertóricos donde el predicado no se encuentra incluidos por definición dentro del sujeto sino solo de manera contingente: podría también no pertenecer.
· Su Forma Lógica corresponde a la de los Juicios Apodícticos donde el predicado se encuentra incluido por definición dentro del sujeto

En contra del Reduccionismo Psicologista que caracteriza al Empirismo, emerge del prisma del Idealismo post-cartesiano una posición epistemológica que resuelve el problema de la validez del conocimiento supeditando la Experiencia Sensible al carácter Lógico y Proposicional del Conocimiento científico: el Racionalismo.

La crítica racionalista al Empirismo descanza en la afirmación según la cual la Validez de los juicios fundados en la experiencia sensible se encuentra confinada dentro de los límites de dicha experiencia, en sí mismos carecen de necesidad lógica, son contingentes y no ofrecen garantía de que, en diferentes circunstancias, sus contenidos pudiesen ser los mismos. Un conocimiento legítimo lejos de verse condicionado por cuestiones de índole particular, eminentemente vivenciales, debe cumplir con dos condiciones fundamentales:

1. Ser Lógicamente Necesario, esto es, constituir una proposición cuyos contenidos necesariamente tengan que ser como son expresados, no pudiendo ser de otra mnanera. Una proposición considerada como conocimiento debe probar que sólo puiede ser de la manera en que es expresada, no puede verse modificada por ningún tipo de circunstancia particular y debe siempre mostrarse ante nosotros de la misma manera.

2. Poseer una Extensión Universal, esto es, que su validez no dependa de factores contextuales. Los elementos de juicio de los que se deriva la validez de una proposición no pueden limitarse a un tiempo y lugar específicos, deben ser universales. Estas condiciones sólo las puede cumplir el conocimiento cuando se funda en ese instrumento universal que es la Razón.

El pensamiento racionalista encuentra su fuente básica de inspiración en la obra de Descartes y la confianza que éste deposita en los frutos de una bien guiada Razón (Discurso del Método, 1637). Tras la serie de argumentos psicologistas arrojados por el Empirismo británico tendientes a desarticular la metafísica cartesiana fundada en la indubitable existencia de la Res Cogitans, el racionalismo cobra nuevamente relevancia en la filosofía de Gottfried Wilhelm Leibniz.

Gottfried Wilhelm Leibniz (1646 - 1716)
Heredero del Cartesianismo Leibniz polemiza en su “Nuevo Tratado Sobre el Entendimiento Humano” (1704) con el Empirismo de Locke a través de un diálogo entre dos personajes “ficticios”: Filatetes (Locke) y Teófilo (Leibniz).

A través de la discusión, Leibniz establece su posición acerca de la naturaleza del Conocimiento oponiéndose a la pretensión Empirista de considerarlo como una vivencia fundada en la experiencia sensible. Por el contrario, para el autor, el conocimienrto debe ser considerado siempre desde una perspectiva lógica como una Proposición formulada por la Razón:

“Creo que todos los pensamientos y actividades de nuestra alma provienen de su propio fondo y no de las impresiones sensibles”(1).
Leibniz por lo tanto se asume partidario de las Ideas Innatas Cartesianas, rechazadas por Locke, tratando de demostrar que éstas generan un tipo particular de saber que no puede hallarse de ningún modo en la Experiencia: el Conocimiento Universal y Necesario.

"Las ideas intelectuales, que son la fuente de las verdades necesarias, no proceden de los sentidos, y vos mismo [...Filatetes...] habéis reconocido que hay ideas que se deben a la reflexión del espíritu cuando éste vuelve sobre sí mismo"(2).

Leibniz distingue entre las dos formas de saberes que conforman al Conocimiento Humano: por un lado se encuentran las Verdades de Hecho cuyos contenidos deben siempre ser corroborados en la Experiencia pues de ella provienen por lo que constituyen un saber particular y contingente. Por otro lado encontramos a las Verdades de Razón cuyos contenidos prescinden de la comprobación sensible pues se refieren a realidades que son universales y necesarias, accesibles únicamente mediante el entendimiento.

Por su relación directa con la Experiencia Sensible las Verdades de Hecho constituyen un conocimiento a posteriori, mientras que las Verdades de Razón, al prescindir de la Experiencia constituyen un conocimieno a priori.

Queda así establecida la División Lógica de los Juicios del Conocimiento dependiendo de cómo se relacionan sujeto y predicado dentro de las proposiciones formuladas como Verdades de Hecho y Verdades de Razón:

Para Leibniz, el Conocimiento de la Lógica y la Matemática se funda en Verdades de Razón por lo que representan un saber más perfecto y necesario. Todos los Conocimientos deben tender a constituirse en Verdades de Razón por medio de su demostración racional Lógica y Matemática.

Al referirse al innatismo de las ideas provenientes de la Razón Leibniz entiende que éstas no se encuentran desarrolladas enteramente en el pensamiento, por el contrario, se las representa como “Verdades Seminales”, semillas que habrán de germinar conforme se desarrolle el espíritu humano.

Es por ello que para Leibniz el Conocimiento matemático no se “aprende” de manera convencional sino que se “reconoce”, se “redescubre” tal y como lo hiciera el esclavo Menón dirigido por Sócrates en el Diálogo Platónico de la reminiscencia.

Leibniz reconoce la Distinción Empirista de Locke entre Cualidades Primarias y Cualidades Secundarias de las Cosas. Considera que las Cualidades Primarias constituyen el Conocimiento Verdadero no por corresponder a propiedades “Objetivas” de las cosas sino por referirse a Cualidades Inteligibles, racionalmente demostrables mediante su tratamiento lógico y matemático.

La inteligibilidad de las Cualidades Primarias no depende de la Experiencia Sensible sino de las Nociones a priori del Entendimiento. Estas Nociones Puras son “Moldes” o “Receptáculos” donde los datos de la Experiencia Sensible son organizados y “acomodados” adquiriendo su “Objetividad” bajo la forma de Ser, Unidad, Identidad, Sustancia, Negación, Verdad, Esencia y todas las formas a priori que se encuentran contenidas previamente en el Entendimiento.

La imágen empirista del entendimiento humano como una "Tábula Rasa", como un "White Paper" donde la experiencia se graba bajo la forma de ideas es transformada por el racionalismo en un papel cuadriculado, en una superficie predeterminada por las categorías apriori para la adecuada organización de las experiencias:
(1) Leibniz, Gottfried. Nuevo Tratado Sobre el Entendimiento Humano. México, Porrúa. 1991. p.84.
(2) Idid. p. 85.
(3) Ibid. p. 125.
Para Leibniz el Entendimiento posee una estructura básica de carácter a priori que corresponde al orden metafísico de la Realidad: Ser, Identidad, Sustancia, Causalidad. Esta estructura no se adquiere mediante la experiencia sino que se desarrolla gradualmente en la razón. La garantía de que las proposiciones demostradas logicamente se corresponden con el mundo la encuentra Leibniz en una metafísica que, al igual que la cartesiana, recurre a Dios como punto de partida: en el Mundo podemos reconocer una armonía preestablecida por Dios que se corresponde con las Nociones a priori del Entendimiento. Nuestras representaciones matemáticas de la realidad reflejan dicha armonía expresada en relaciones de Extensión y Fuerza, los dos principios de composición de la realidad.

Leibniz, opuesto al Empirismo, no sólo encuantra una novedosa solución racionalista al recien inahugurado Problema del Conocimiento sino, además, al afirmar la armonía prestablecida por Dios de un mundo ordenado por la razón y cifrado en un lenguaje matemático restituye de forma parcial la Metafísica Cartesiana fundada en la existencia de la Res Cogitans, la Res Extensa y la Res Infinita.
Teófilo [Leibniz]: Para hacer más exacta la comparación habría que suponer que en la cámara oscura hubiese un lienzo para recibir las imágenes, lienzo que no estuviera liso, sino diversificado por los pliegues que representasen los conocimientos innatos, y que, además, una vez extendido este lienzo o membrana, hubiese una especie de resorte o fuerza, y hasta una acción o reacción, acomodada tanto a los pliegues pasados como a los nuevos formados por las impresiones de las especies. [...] Pues no solamente recibimos imágenes o huellas en el cerebro, sino que nosotros formamos otras nuevas cuando consideramos la ideas complejas. Así es preciso que la tela que representa nuestro cerebro sea activa y elástica."(3)


"Filatetes [Locke]: Podría compararse el entendimiento a una cámara oscura que no tuviera más que unas estrechas aberturas que dejasen entrar las imágenes exteriores y visibles, de suerte que si estas imágenes pudieran permanecer allí dentro puestas en orden, de tal modo que se pudiese hechar mano de ellas cuando conveniese, habría una gran semejanza entre esta cámara y el entendimiento humano.
Primera Parte
Tercera Parte

NOTAS
Conocimiento y Sociedad
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